Un director consagrado. Un guion controvertido. La rubia platino de Hollywood. Dos jóvenes promesas del cine. Alcohol y buena música. Estos son los ingredientes que hacen de Con faldas y a lo loco una de las comedias más divertidas de la historia del cine.

Esta película (inspirada en una matanza real por el control de la distribución de alcohol en el Chicago de la ley seca) se convirtió en un referente cinematográfico, gracias a los inolvidables Curtis, Lemmon y Monroe.

En este artículo nos adentramos en el terrible rodaje de Billy Wilder junto a la rubia de los rizos de oro, la famosa escena del Manhattan y otros secretos tras las cámaras.

¿Dónde está el Bourbon?

Después de haber trabajado juntos en La tentación vive arriba (1955), Wilder prometió no volver a colaborar con Marilyn Monroe. Pero tras el éxito de su anterior película parecía imposible que ese tándem no se volviese a repetir.

Había muchas actrices hermosas, talentosas y sensuales en aquel momento, pero ninguna tenía la personalidad de Marilyn frente a la cámara.

El director tenía claro que el personaje de Sugar Kane en manos de cualquier otra sería simple y flojo. Solo Marilyn poseía el toque ingenuo y sensual que llevaría la actuación a sus máximos. Aunque eso significase tener que trabajar con ella una vez más.

La actriz era impuntual, lloraba entre secuencias y olvidaba sus frases. El rodaje se parecía más a un infierno que a una grabación.

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La escena en la que Sugar Kane sufre el abandono de un magnate no fue menos. Se necesitaron alrededor de 50 tomas para que la actriz pronunciase la frase “¿Dónde esta el bourbon?, mientras abría un cajón de la cómoda que tenía enfrente.

En cada toma lo decía de una forma diferente. Preguntaba: “¿Dónde está mi whisky?”, “¿Alguien ha visto mi bombón?” o “Pasadme mi bebida”, tras lo cual Wilder la criticaba y ella lloraba. El rodaje se paralizaba, y debían volver a retocarle el maquillaje.

Pero eso no fue todo. Para intentar ayudarla, Wilder ideó un plan: escribir en el primer cajón del taquillón su frase en una nota para que, al abrirlo, ella solo tuviese que leer. Parecía un plan sencillo. Pero Marilyn solo lo complicó.

Cuando se gritaba acción, la actriz abría todos los cajones excepto el que debía abrir, por lo que no recordaba su frase, volvía a llorar y la secuencia se hacía interminable. Al final, tuvieron que escribírsela en todos los cajones de la mesita para que, abriese el que abriese, pronunciase las palabras correctas y la película continuara.

A pesar de que, tras mucho esfuerzo, la escena se salvó, la actriz ingirió una cantidad generosa de alcohol antes de rodar. Este fue uno de los motivos que hicieron que Wilder no quisiera volver a trabajar nunca más con ella.

Manhattan al estilo Sugar Kane

En un momento del largo, Monroe prepara un Manhattan en una bolsa de agua caliente en un tren hacia Florida. Jack Lemmon la mira alucinado.

Gracias esta cómica escena el cóctel ganó popularidad.

Cuando los sueños de Daphne (Lemmon) se hacen realidad (compartir litera en un vagón con la vulnerable Sugar) nada puede salir mal. Hasta que el resto de muchachas se enteran y corren hacia la 7A para desmantelar su plan.

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Lo que serían unos vasitos de whisky para dos entre confidencias y susurros se convierte en una clase magistral de coctelería. Si a eso le sumamos trece mujeres en una sola cama dándose un festín, la comedia está asegurada.

Una bebida solo apta para mafiosos o casanovas (como Curtis) en la época toma un nuevo rumbo cuando la atractiva intérprete la combina, acompañada por su pícara sonrisa.

Otras anécdotas de un rodaje fatídico

Por si lo anterior no fuera suficiente, aquí van algunas curiosidades más sobre este “milagro de Wilder”.

Frank Sinatra rechazó el papel

Cuando Wilder recibió el guion pensó en Frank Sinatra y Jerry Lewis para los papeles protagonistas. Pero ni uno ni otro querían participar en un film en el que se les recordaría por pasar dos horas y cuarto vestidos de mujer.

Este rechazo hizo que Tony Curtis y Jack Lemmon, dos jóvenes promesas del cine, se consagraran como estrellas de la comedia en Hollywood. Para mostrar su agradecimiento por que rechazara el papel, Lemmon enviaba bombones a Lewis todos los años en el aniversario del estreno de la película.

Desamor entre Marilyn y Curtis

El amor que existía entre Monroe y Curtis parecía limitarse a la gran pantalla. La realidad es que ambos intérpretes no soportaban pasar juntos más tiempo del indicado.

¿Cuánto puedes detestar a tu compañera de reparto para asegurar que besarla es “como besar a Hitler?

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Por muchas confrontaciones que pudiesen surgir en el rodaje, los fanáticos de esta cinta recordarán con cariño la escena de Sugar y Joe en el bote, poniendo el broche final a sus idas y venidas: “prefiero tus deudas a los millones de otro”.

La única rubia platino

Como gran estrella de la época, Marilyn tenía sus exigencias.

Esta ordenó al director que todas las actrices que conformaban la orquesta, aunque fuesen rubias, debían lucir un tono de pelo diferente al suyo, más oscuro. Ella tenía que ser la única rubia platino de la película.

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